De tu boca, tu mentira

Tu boca puede ser el camino más hermoso a la locura

Como las fauces más perversas cometidas

Puede llevarme al elixir de las pasiones

Como encerrarme en la cárcel más temeraria

Tu boca miente, y yo me quedo creyéndote

Tu boca repite cual plegaria la misma historia inventada

Y me habla de amor, y de deseos

Y por dentro la verdad se impulsa para salir catapultada

Y darme justamente en el medio del pecho

Pero me quedo, escuchando esa historia que no me creo

Pero te quedas, recitando esa historia que es tu Perseo

Hay caderas

 Hay caderas encendidas, trémulas de pasión

que nunca anochecen

que invitan a fiestas paganas

que arden y enceguecen

que abrigan sueños

que endemonian

que se vuelven un sacramento necesario

una adicción destructiva

un oasis en medio del dolor

que soportan naufragios

Caderas que agasajan

Que acunan

Que se abren a la vida

Que tienen memoria

 Que albergan recuerdos

Drogadictos del desamor

Desconocidos, almas errantes

Drogadictos del desamor

Llenos de noche, vacíos de días

Una  copa eterno  puente

Calmando carencias,

Disfrazando la alegría

Que agoniza, vestida para carnaval

En un hilo de vida

Sin hablar, sin decir

Terminamos despojados de ropa

Junto a ella lanzamos el terror

Ese miedo eterno a la muerte

Como un animal despiadado

Te lanzaste sobre mi

Yo dejé que hicieras

Y desaparecí, tal vez en otros brazos

Tal vez en otra vida

Juntos deshicimos al amor

De mentiras que sucumben

Mentimos ser felices a destiempo

Cuando todo era gris, te empeñabas tozudamente en brillar

Cuando una luz resurgía quien sabe de que hueco olvidado

Te empañabas, te ibas apagando hasta quedar a oscuras

Mentimos amarnos a destiempo

Cuando yo sentía reinar en un mundo perfecto

Vos salías a beber de otras reinas, a enredarte en senos ajenos

Pero volvías, y ahí estaba yo dejando que mi mente te fuera infiel

Haciendo el amor hasta conmigo, con este, con aquel, con todos

Mentimos ser dos, y fuimos nada

Tejimos como capullos fuertes mundos impenetrables

tan soberbio en tu orbe

tan sola en mi escondrijo

Vecinos de la soledad

Intramuros de la desolación

Dejamos de mentirnos

Fue ese día cuando te vi, cuando me descubriste

Cuando dejamos caer los muros

Cuando desandamos las trincheras

Cuando arrojamos las armas

Cuando por primera vez, nos descubrimos mortales

Como un puñal en llamas me socabas

Inoportuno, impropio, inconcebible

Un gemido ensordece al cruel silencio

Embistes, pierdes, ganas, ruegas, mientes

Vagabundeando mi cuerpo concedido

Hurtas cada torrente de fluidos obscenos

Como una bestia alienada

Despojas mis tabúes

errantes, liberados .

Cero doy a tus tributos

Nada des por mi osadía

A quien le interesa ciertamente

Cometer apuestas

Cuando el sexo, enfermo de urgencias

Acopla nuestro deseo

Enfrenta estoicamente a ese grito que se escapa

Un grito ahogado, trémulo

Donde sucumbimos los dos

Tu mirada escueta, me subyuga

No hay ni modo, ni moda que la afiance

La realidad vestida de ceguera

Exalta, enajena tu demencia

Te desgarra la verdad de las verdades

Te lacera lo real de la existencia

Te arrastras por el lodo de la calles

Cuerpo a tierra, alma al cielo,

Piel sin manos, sangre verde

Intentando acallar a los demonios

Que pueblan la morada de tu esencia

Porque conozco el olor de tu mirada

El sabor de tus palabras y tus blasfemias

El devenir de tus pensamientos  locos

Que acobardan que dan nauseas

Que aprisionan, convirtiendo  en harapos la ternura

Lo poco que queda, de la poca compostura

Por todo esto, si me da por llorar

Pienso en vos, pienso en mi, nunca en dos.

Dulcemente amargo te veo venir

Merodear sin reparos

Hacia el fin de los días

 de todos los días de mis días

grosero, hijo bastardo de la falsía

avanzar hacia el regocijo de ver entre cenizas

a otra hija de las utopías

Apesadumbrarse, negar al amor

Hacerse amigo de la nada

Dejar pasar al todo, permitirle escurrirse entre trémulas indiferencias

Aventurarse a las desventuras

Para luego guardarse en ese ataúd

De la basura cotidiana de los días

Llegó para quedarse como si nada

Porque es la nada misma

Echó raíces vigorosas

Se aferró al sin sentido

Resistió al todo y a todos

A todos los días

A todos los gestos

Las ansias, la exaltación

Por ser la nada fue fuerte

Se apoderó del entusiasmo

Se entretuvo viendo agonizar al todo

Lo vulneró, violó su frescura

Y engendró al hijo espurio de la soledad.

Es necesario, urgente, imprescindible

Advertir que rebalses tu vertiente

Que tu cuerpo alarme con la cautela de los pecadores, cada hueco de mi vida

Que tu fuego me aprisione, atemorice mis súplicas

Que descaradamente te conviertas en el ruin salvador de todas mis pasiones